El calor sofocante acompañaba
la intensidad
el desborde
Un calor extremo, pegajoso
no tanto como los cuerpos y las pieles que se volvían adictas
adictas
adictas
la una a la otra
en la fugacidad, en los minutos eternos
adictas
adictas
sin freno
hasta que enfermaron de tristeza
por la inminente despedida
(M)
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