Pequeñas delicias de la vida de hotel

5 estrellas, apart, hostel o cabaña, indefectiblemente la industria hotelera tiene clichés que se repiten en todas las latitudes y que al viajero pueden resultar simpáticos o un verdadero suplicio.

- si en el baño hay un secador y un trapo de piso, señal de que la ducha moja todo y que cuando termines de bañarte vas a tener que secar el piso haciendo equilibrio entre los 2cm que hay entre el bidet, el lavamanos y el inodoro (quién es el asesino que diseña los baños de los hoteles?)
- el desayuno tiene horarios extravagantes para quienes están de vacaciones: de 6 a 10. ¡Loco! ¡a las 10 yo todavía estoy en el 4to. sueño!
- el check out es a las 11am. Por lo que si tu vuelo y/o colectivo te lleva de vuelta a las 20 vas a tener que yirar por el lugar tomando 30 cafés, sentándote en bancos de plaza, visitando museos que poco te interesan para hacer tiempo
- la recepción está siempre cerca de tu pieza, por lo que el teléfono te taladra toda la mañana. Te alegra que el turismo florezca, pero odiás tener que levantarte a fuerza de timbrazos demasiado temprano.
- si el lugar tiene heladerita te copás pensando en la comodidad de tomarte un fernet en la habitación. Cuando te vas, les revolearías las valijas al ver que por ese cómodo trago te cobran $30
- bichos de todo tipo atascados en el marco de la puerta, mosquiteros, rejillas, etc. Un clásico
- el televisor rara vez funciona sin rayas rosáceas y verdes atravesándole la pantalla
- las almohadas son de 1920 y están chatitas como un papel
- "¡Ua! una cama king size!" exclamás apenas abrís la puerta. Cuando te tirás en la misma, caés en la cuenta de que son dos camas de 1 plaza juntas y que si llegás a rodar dormida al medio te vas a pegar un lindo porrazo o al menos vas a amanecer contracturada

(B)